PACÍFICA-MENTE Paciencia 17 05 21

 PACIENCIA                                                                  17 de mayo de 2021

    

    Estamos profundizando en el verdadero significado del Amor con el fin de aprender a identificarlo y sobre todo, a vivirlo en nuestras vidas. Expresarlo y extenderlo es algo que forma parte de una identidad que nos sigue aguardando hasta el bendito momento en que decidamos regresar a ella.

    A través de la senda que Henry Drummond propuso en su libro “La cosa más grande del mundo”, emprendemos una toma de conciencia para adquirir el discernimiento y el suficiente criterio para saber donde está el Amor y donde no. Podemos vislumbrar su fuerza frente a cosas cuya brillo disminuye en el contraste con lo que verdaderamente importa.

    Esta reflexión nos ayuda a comprender la irrelevancia de nuestras posesiones e incluso, de nuestros actos porque no es lo que hacemos sino cómo lo hacemos, cual es la actitud que gobierna nuestra forma de actuar. Que el Universo no responde en relación a qué pedimos, sino a quienes somos cuando hacemos esa petición, si estamos en el amor y la abundancia o sumidos en el miedo y la carencia.

    De la queja al agradecimiento hay un abismo por eso H. Drummond nos dice que nuestro mejor mensaje es nuestro carácter, que a través de la forma en que nos relacionamos con el otro, estamos emitiendo Luz, alegría y esperanza o por el contrario, estamos juzgando, condenando y sumiéndonos en la más absoluta y absurda oscuridad.

    Una vez tenida en cuenta esta consideración sobre el contraste que surge del primer párrafo de la Carta a los Corintios, abordamos el segundo del que se extrae un análisis muy interesante que comienza con la idea de Paciencia.

    San Pablo va enumerando lo que es y lo que no es el Amor, y recopila una serie de atributos que al reunirse forman un todo que es algo todavía más inmenso que la suma de sus partes.

    Esos atributos existen en abundancia ilimitada en todos nosotros. Algunos están más a la vista que otros, más o menos conocidos, más o menos ignorados. Vamos a detenernos en cada uno de ellos y veremos que se trata de sencillas virtudes que pueden ser aplicadas en la vida cotidiana, sin necesidad de desplazamientos a lugares lejanos, ni de complicados rituales esotéricos, ni de enrevesados mantras….

    Se trata de ejercitar la vida diaria desde la perspectiva del Amor incondicional, como dice Drummond “respirar el aliento del espíritu eterno a través de este mundo temporal”. Así, nuestras palabras y nuestras acciones portarán el sello de la Verdad que sana y bendice, que repara todo error y nos conduce a un territorio paradisíaco “El Cielo en la tierra”.

    La Paciencia. Es el primer ingrediente que destaca Drummond en su análisis. La paciencia pasa por mostrarse en calma ante la incertidumbre, mostrarse apacible ante el conflicto, humilde para saber escuchar, sin imponer nuestro criterio. Saber esperar antes de hablar o actuar, la paciencia es la capacidad de soportar los embates sin dejarse aconsejar por el ego, que lo quiere todo y lo quiere ya.

    En relación con la paciencia, nos dice Drummond que el amor “es sufrido”. Esta expresión puede confundirse con una actitud de abnegación que en realidad es completamente insana, porque en ella te abandonas y dejas de amarte a ti mismo. En realidad ser sufrido no es otra cosa que aceptar el sufrimiento sin sumarte a él prolongándolo innecesariamente, es saber esperar al momento oportuno para recolocar los incidentes que se presenten en tu vida, no vivir con ellos en perpetuo lamento. En definitiva, estar por encima del sufrimiento.

    La paciencia nos aconseja a vivir sin prisas, sin demasiadas expectativas. La paciencia es comprensiva y entiende que “todo es para bien”, que nada puede colmarnos más que la paz de espíritu.

”Sólo la paciencia infinita produce resultados inmediatos” UCDM