PACÍFICA-MENTE La cosa más grande del mundo 10 05 21

 

LA COSA MÁS GRANDE DEL MUNDO                  10 de mayo de 2021

    En la próximas semanas hasta finalizar este temporada, os invito a una propuesta que si tomamos en serio y consideración, nos va a facilitar el “salto” a esa nueva visión y actitud vital a través de los cuales, la paz interior y la alegría serán posibles.

    A través de estas ideas y si así, lo permitimos, lograremos activar en nuestra mente y nuestro corazón, una nueva vibración que transformará nuestra existencia, pues pasaremos de sobrevivir desde el “personaje” gobernado por el miedo y el conflicto, a VIVIR desde el verdadero ser que compartimos y que anhelamos desde el principio de los tiempos.

    Ese anhelo de Amor es común e innegable a todo ser humano y si se mira atentamente, veremos que en realidad, es la necesidad que todos tenemos de conocernos mejor y comprender el sentido de nuestra existencia. La respuesta a estos dilemas es muy sencilla: es el Amor, pero son tantos los obstáculos que entorpecen nuestra meta, que nos resulta complicado dar punto final al sufrimiento, la inseguridad, el miedo….

    “La cosa más grande del mundo” es el título que Henry Drummond, párroco escocés de finales del siglo XIX, le dio a una reflexión muy interesante sobre un fragmento de la Carta de San Pablo a los Corintios. Como podéis imaginar esa “cosa” no es otra que el Amor, cuya preeminencia sobre todas los demás asuntos es algo sobre lo que todo el mundo está de acuerdo a pesar de que a la hora de ponerlo en práctica nos resulta inmensamente difícil.

1 Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.2 Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada. 3 Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.


4 El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, 5 no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, 6 no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. 7 El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.


8 El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; 9 porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas. 10 Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto. 11 Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, 12 pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí. 13 En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor.

    Drummond secciona este fragmento en tres partes. 1ª: del 1 al 3 “El contraste”, la 2ª del 4 al 7 “El análisis” y la 3ª del 8 al 13 “La defensa”. Desde esa misma sistemática, aprenderemos de su razonamiento, aportando también nuestra propia perspectiva.

    En la primera parte de este maravilloso fragmento bíblico, se pone en valor el don de lenguas, así como el don de la profecía, el conocimiento, la ciencia y la fe, así como la caridad y el sacrificio. En aquella época eran cosas meritorias y deseables. En la actualidad, nuestros valores han cambiado, unas siguen siendo valoradas otras han sido sustituidas, en todo caso, la idea que subyace es la misma.

    Esos méritos, habilidades o virtudes que tanto perseguimos, se ponen “en contraste” con la idea del Amor, hasta el punto de que poseerlos de nada vale si en ellos no hay Amor. Esta idea es fundamental para que entendamos que no hay acto, talento, ni meta loable si éstos no proceden de la Fuente verdadera, si en su desarrollo no se pone en práctica la idea del Amor.

    De qué nos sirve la ciencia y el conocimiento, la inteligencia, si no está al servicio de lo más grande; de qué me sirve la fe si ésta sólo espera lo peor, de qué nos sirve la elocuencia y el dominio del lenguaje si no portan la verdad de lo que somos; desde donde hacemos caridad, desde donde decidimos sacrificarnos por los demás, desde la generosidad o desde la necesidad de recompensa y reconocimiento.

El carácter de una persona es su mejor mensaje” H.D.

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