PACÍFICA-MENTE Desapego 1312 21

 

DESAPEGO                                                           13 de diciembre de 2021

    Sabemos que nuestra forma de pensar tiene un peso extraordinario en nuestras vidas. Según pensemos, así sentiremos, y desde ahí actuaremos. Si observamos nuestros pensamientos, veremos que están totalmente inmersos en un complejo entramado de creencias del que en numerosas ocasiones, ni siquiera somos conscientes.

    Las creencias proceden fundamentalmente del pasado y liberarnos de su condicionamiento, de esos pensamientos negativos, recurrentes, intrusivos…., pasa inevitablemente por liberarnos del pasado.

    La raíz de la intolerancia es el apego firme a nuestras propias creencias que nos llevan a la comparación, al rechazo, en definitiva, a la separación del otro. Ese apego es un deseo obsesivo por proteger aquello con lo que nos hemos identificado, a costa de crear constantes enfrentamientos y conflictos.

    Esa actitud empecinada nos conduce al aislamiento y además nos impide comprendernos. Conocernos, prescindiendo de cualquier tipo de identificación, es un acto de valentía que vence esos obstáculos que creíamos insalvables.

    La valentía pasa por abandonar la necesidad de sentirnos seguros, de tener el control, de conocer todas las variables. En realidad se trata de abandonar esa falsa sensación de que podemos llegar a conocerlo todo para de ese modo, dirigir el curso de los acontecimientos desde nuestra particular y reducida visión.

    La valentía es ser capaz de mantener una postura abierta, de atrevernos a soltar aquello que nos ata creyendo que de esa forma estaremos a salvo de la incertidumbre, cuando en realidad, eso es imposible.

    Cuando despejamos las causas por las que nos encarcelamos en nuestras ideas, cuando vemos que no tiene ningún sentido aferrarnos a lo conocido pues con ello no sólo no logramos mayor seguridad, sino que además nos condenamos a la limitación, el prejuicio y al miedo, entonces, comenzaremos a practicar el desapego no sólo a lo físico, sino mucho más importante, a lo mental.

    En un principio, nos puede parecer que el desapego es una especie de sacrificio. De algún modo creemos que estamos renunciando a esa base sólida desde la cual percibíamos nuestro mundo y nos relacionábamos. Sin embargo, en realidad, es todo lo contrario. El esfuerzo que supone aferrarnos a lo conocido, mantener nuestra postura rígida ante lo que acontece, resulta al final mucho más doloroso y limitante.

    Soltar, permitir, dejar ser, fluir…, son conceptos que nos sugieren bienestar, libertad, serenidad…., nos sumamos a la danza de la vida sin restricciones ni resistencias. Todo es nuevo y detrás de cada acontecimiento, se nos ofrece una enseñanza que debemos revelar a través de un discernimiento libre e incondicionado.

    Ya no luchamos por cambiarlo todo, porque las cosas se acomoden a nuestro gusto, sino que dejamos que lo que sea, SEA y desde la aceptación y el deseo de paz, procuraremos compensar aquello que de algún modo, esté polarizado y desequilibre la armonía a la que en verdad, todos aspiramos.

    Hemos bajado la guardia, no estamos en plan defensivo ni en plan ataque, ya no hay lucha porque ya nos sentimos plenos e independientes de lo que ocurra a nuestro alrededor. Actuaremos desde la calma y la certeza de que al dar, ya estoy recibiendo, sin esperar resultados externos, ni recompensas, ni reconocimientos.

    La paz interior procede de un completo desapego así como de la certeza de que sólo existen las necesidades que nosotros mismos nos creamos, porque en realidad ya estamos realizados. La paz llega al asumir esa intemperie en la que nos movemos, de saber que nada permanece y que estamos en continua evolución, que podemos soltar nuestros amarres y navegar sabiendo que nuestro corazón nos guiará, que no estamos solos ni separados, que formamos parte de un Universo amoroso y creador.