PACÍFICA-MENTE Eres Uno+ 17 10 22

 

ERES UNO +                                                              17 de octubre de 2022

    En el último encuentro usamos dos términos que en UCDM son fundamentales para entender sus enseñanzas. Hablamos de la Grandeza que somos y nos pertenece a todos como efectos de una Causa mayor: la Causa es el Amor y el efecto, que somos nosotros, también es el Amor, porque causa y efecto son lo mismo.

    Identidad y Función, Causa y Efecto, Dar y Recibir, Medio y Fin son lo mismo…, vemos que UCDM nos propone una serie de ideas que invocan a la simplicidad de la Unidad. La palabra religión procede de re-ligar, reunir, volver a juntar…, su etimología nos habla de su bello propósito. Sin embargo, la intervención del intelecto enfocado en las luchas de poder nos ha llevado precisamente a la meta contraria: la división, la confrontación y la barbarie. La Grandeza no nos lleva a la separación sino a la idea de que somos plenos y abundantes y por ello generosos e integradores, la humildad y la tolerancia son atributos de la Grandeza, porque igual que somos UNO, también somos uno más de muchos que son lo mismo que nosotros.

    En contraposición a la Grandeza está la pequeñez, una pequeñez que responde al pensamiento de miedo del ego. El ego se cree especial, para bien o para mal. Desde el miedo no sabemos compartir sino competir. No empatizamos con el otro, simplemente nos unimos a su dolor pero sólo porque por alguna razón que hemos acordado, forma parte de nuestro grupo especial.

    En la pequeñez nos comparamos y nos medimos para salir ganando o perdiendo, al final eso da igual, lo importante es sentirnos separados del otro. Hay egos que sólo les interesa ganar para sentir que están por encima de los demás “soy mejor que tu”, pero también hay otros que sólo se enfocan en la pérdida y la carencia, se regodean en su desdicha e instalados en el papel de perdedores, viven del “pobrecito yo”.

    Ambas actitudes reflejan carencia y por tanto, pequeñez. Son reflejo del deseo del ego de sentirse especial por la razón que sea, al final esa razón no importa, sólo importa reafirmar la sensación de separación. Tanto la soberbia como la indolencia son reflejo de falta de equilibro interior o autoestima.

    Desde la pequeñez se instala en nuestra mente la férrea creencia en el bien y el mal. Unos son buenos, otros malos, no hay medias tintas y claro, los que están a mi lado son siempre los buenos….

    Esta actitud infantil perpetúa el ideario victima-culpable que desemboca inevitablemente en el juicio-castigo. Apoyamos de ese modo una forma de relacionarnos con el conflicto que apela a la violencia y al odio, que ignora lo que es el Perdón y que nos lleva a la tristeza, la depresión y la ansiedad.

    Ha llegado la hora de madurar, de experimentar que el otro y yo somos el mismo Ser manifestado en formas diferentes. Que la forma, la actitud y la circunstancias de cada cual no son las mismas y de ahí las diferencias, pero que tras las apariencias hay una Realidad de Amor que espera con paciencia a que la reconozcamos, a que la experimentamos y la vivamos.

    Vivir la Realidad del Amor no pasa por tolerar las injusticias del mundo. “Poner la otra mejilla” no significa que dejes que te pisoteen, sólo propone que una vez acaecido el evento en particular, no eches leña a la hoguera, sino que desde el Amor y la certeza de que lo importante siempre está a salvo, procuremos enmendar la situación de la forma más pacífica y amorosa posible, entendiendo que: “No hay caminos para la Paz, la Paz es el camino” Gandhi.

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