PACÍFICA-MENTE Paisajismo Espiritual 2 12 24

 PAISAJISMO ESPIRITUAL                                 2 de diciembre de 2024


La coherencia en el bello arte del paisajismo, es fundamental para lograr diseños armoniosos y funcionales. Trasladada esta afirmación a nuestro jardín interior, vemos que hemos de hallar la vía coherente que nos va a permitir mantenernos en esa Unidad con el Ser, en ese diseño de armonía y funcionalidad que nos ayude a estar cada vez más despiertos y conectados con la Fuente, con la Causa, con la Raíz que nos alimenta y sostiene. 


Ello es una tarea diaria, incluso podríamos decir que es una tarea de instante a instante, y lejos de suponer un desgaste para nosotros, involucrarnos en ella es una preciosa labor que precisamente es la que nos nutre y nos alienta, nos permite permanecer fuertes y en continuo crecimiento. Recordemos que alimentar el alma pasa por respirar conscientemente, propiciar el bien-sentir y por supuesto, relacionarnos desde la sonrisa que ilumina y pacifica los ambientes.


Estamos caminando hacia la unificación con nuestro ser de Amor, con esa Luz que cada vez emite más potente y elevado y necesariamente, ello origina la aparición en nuestro día a día, de cada vez más coherencia y armonía. 


Lo que sentimos es lo que expresamos y si en algún momento de nuestra experiencia, lo que expresamos no se corresponde con el sentir de ese Amor que nos vive, ahí tenemos que parar y reflexionar donde está esa incoherencia que nos aleja de la Belleza que queremos crear. 


Ahora somos más conscientes y atentos, y nos “damos cuenta” enseguida de que algo no anda como debiera, pues nuestro paisaje interior se difumina, el jardín pierde su color y luminosidad, ya no se muestra tan abierto a lo externo y se repliega sobre sí mismo.


Es el momento de la re-composición y no del juicio, toca ser amables, respetuosos y compasivos con nuestras contradicciones internas. Ahora lejos de condenar, observaremos y comenzaremos en función de ello, a decidir caminar en la dirección que nos regresa de nuevo a esa coherencia que, en según qué circunstancias, nos es más sencillo o más complicado conservar.


  La coherencia entre lo interno y lo externo poco a poco, se hará notar. La paz que cultivamos tarde o temprano, será disfrutada en nuestro día a día, manifestada. Comprobaremos que cada pensamiento, cada emoción, cada sentir, cada decisión, cada acción, están cada vez más alineados con la Causa a la que estamos dando más valor: la paz, el Amor y la ternura,  y vemos que desde esa actividad mental estamos contribuyendo a un todo unificado mejorando con ello toda nuestra experiencia terrena.


Este cambio de actitud, de foco y atención, produce unos efectos visibles e incluso tangibles en la materia. Podremos ver cómo se manifiestan situaciones, encuentros, así como nuevas percepciones y sentimientos que poco a poco, nos van alejando del conflicto y la pesadumbre. 


Tal y como comentamos la semana pasada, van a seguir sucediendo cosas, pero ya no las vamos a abordar desde el miedo y la desesperación, porque ahora tenemos fe y esperanza, nos sabemos amados y sostenidos y desde el Cielo de una mente lúcida y clara, vamos sanando el corazón.  

Vamos arrancando esas espinas y esas malas hierbas que un día dejamos penetrar en nuestra mente, pero que ahora, a través de nuestra voluntad unificada, con mucha dedicación y mimo, van perdiendo fuerza, se van desprendiendo, de forma que ya no culpamos a nadie sino que por el contrario, nos volvemos más comprensivos y tolerantes, más compasivos.


El corazón comienza a liberarse y su apertura va a ser inevitable, consecuencia lógica de un entrenamiento diario que realizamos feliz y libremente. La expresión “con las babuchas puestas” vendrá a nuestra cabeza y entenderemos que “la fortaleza” no es un castillo inexpugnable desde el que bien encerrados y armados, nos defendemos de los enemigos.

La verdadera fortaleza es descubrir que en tu vulnerabilidad e indefensión está el germen de tu poder. Que no necesitas defensas, ni caparazones frente a lo externo, sino una nueva forma de ver, una visión que trasciende y perdona y que en coherencia se expresa: “Si algo hemos de temer es a  seguir reforzando la percepción del error, la culpa y el juicio, una visión mundana que nos impide el acceso a una realidad bella e inocente, siempre disponible”.


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