PACÍFICA-MENTE Valor 19 04 21

 

VALOR                                                                                  19 de abril 2021

    Hemos hablado de la lealtad, sobre todo, la que nos mantiene fieles a nuestra naturaleza espiritual, a nuestro sentir más profundo. Ser leal requiere de VALOR como “valentía”, pero también como decisión vital de a qué le voy a conferir valor, a qué voy a prestar atención y donde voy a enfocar mis energías.

Valentía. Ser valiente en el sentido de “atreverse” a hacer lo que uno siente y a mostrarse como se es, está muy relacionado con la aceptación de a qué le das valor. Si para ti lo más valioso es la opinión del otro, de la comunidad, de tu país…, etc., entonces tu seguridad y confianza están depositadas en lo externo, en una compleja y grandiosa trama urdida a base de costumbres, limitaciones e imposiciones que al ser socialmente aceptadas, se convierten en tu norma y tú en su marioneta.

    Ser valiente como vemos, tiene mucho que ver con tu seguridad y confianza en ti mismo, con albergar un convencimiento interior ajeno a las variables externas. Conseguir aumentar la confianza en uno mismo pasa por observar y aprender a discernir tus motivaciones, para qué haces determinadas cosas, para qué te sientes de ese modo, para qué piensas siempre en contra de tu libertad, de aquello que te hace sentir bien.

Valoración. La otra cara de la moneda, pasa por aprender a VALORAR en su justa medida. El sufrimiento pasa por conferir un exceso de valor a algo que en este momento te perturba, o a algo que no has conseguido, que has perdido o que ya no volverá. Se trata de una resistencia a lo que es y un apego desmedido a aquello que sucedió en el pasado, por ejemplo sentimientos de nostalgia, o la pretensión vana de que el futuro se presente de la forma y contenido que yo tenga en mi cabeza, por ejemplo, la obsesión por controlar lo venidero.

    Dice Joe Dispenza que “a aquello que valoro, le entrego mi energía, mi fuerza, mis ganas de vivir, y por tanto, lo hago real para mí.” Nosotros decidimos qué significado tienen las cosas que nos ocupan y qué grado de importancia les vamos a dar, de ello va a depender la calidad de nuestra existencia y como no, nuestro comportamiento.

Libertad. Nosotros, con nuestro interés y aprecio, otorgamos o retiramos el valor a aquello que nos ocupa y ahí reside una libertad infinita que todavía no sabemos ejercer por “fidelidad” a la costumbre y patrones establecidos por nuestros predecesores.

    La verdadera liberación procede de nuestros pensamientos, son ellos lo que nos atan y limitan y por tanto, de ellos depende que abracemos los cambios y las nuevas perspectivas que siempre están disponibles para una mente abierta.

Dignidad. Si seguimos adjudicando valor a los logros materiales, al nivel de vida, al apellido o el linaje, si seguimos creyendo que valemos por lo que tenemos: títulos, posiciones, posesiones…., si admiramos la belleza física o el talento y la inteligencia, las diversas facultades o habilidades, no veremos más allá de la dignidad natural e intrínseca que albergan todos los seres de cualquier origen y condición.

    En relación con este tema, el escritor Roy Galán dice: “Este tránsito por el mundo nada tiene que ver con ser rentable. Tiene que ver con estar bien y con ser justo… Esto no tiene que ver con hipotecar tus días para rodearte de miles de cosas que no necesitas…. Que se te vea bien la propiedad para poder ejercer poder sobre el resto.

Esa es la gran estafa vital. Hacernos creer que el poder está fuera y no dentro. Conducirnos a un lugar en el que el otro nos define y nos acota. Que nos impide ser libres. Hay que desaprender mucho para no hacer todo por y para que los demás nos quieran. Para no creernos la mentira de que si no hacemos no somos. Somos. Y es hora de despertar de este embrujo al que algunos llaman realidad.”



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