PACÍFICA-MENTE Autoengaño 20 06 22

AUTOENGAÑO                                                              20 de junio de 2022

    En el encuentro anterior hablamos del autoengaño en cuanto a que esta actitud restringe nuestra inmensa capacidad de amar. Hemos hablado muchas veces de la importancia de la honestidad y de la humildad para poder conocernos mejor, ambas actitudes son fundamentales si queremos tener éxito en dicho proceso.

    Se trata de un “viaje” en el que por un lado, recordamos y recuperamos nuestra identidad verdadera y a la vez, soltamos al personaje que se cree un cuerpo y una mente separados de los demás cuerpos-mente, y que convierte su vida en una sucesión de luchas por la supervivencia.

    Si observamos atentamente podremos comprobar por experiencia propia que en esas absurdas luchas lo que se pretende es la supervivencia de lo corpóreo, en detrimento de la vivencia del Ser, del verdadero Ser que nos conforma.

    Así es como buscando la supervivencia, lo que conseguimos es alimentar una ilusión gobernada por el miedo: nuestro ego, un personaje que se conforma con perpetuarse (de cualquier modo) y se olvida de lo que es la Vida con mayúsculas, lo que es lo mismo que decir, que se olvida de Sí Mismo, porque nosotros en definitiva, somos Vida.

    Para darnos cuenta de esa dinámica por la cual nos alejamos del Amor que somos, debemos sentirnos libres de coacción, de influencias externas, de juicios…, debemos escuchar nuestro corazón y ser valientes para enfrentarnos a lo que vayamos hallando, sin modificar ni tergiversar eso que se va revelando.

    Este proceso se manifiesta inevitablemente dentro de un marco espacio-temporal, estando en el mundo no podemos escapar de sus leyes, pero sí podemos aprender a llevarlas a nuestro terreno, a nuestra conveniencia.

    Para ello, un recurso muy interesante es lo que UCDM denomina el instante santo, que pasa por la toma de conciencia del aquí y ahora, para vivirlo plenamente y constatar que cada segundo de nuestra experiencia en el mundo, si lo vivimos con la profundidad adecuada, es una oportunidad para decidir de nuevo desde el Amor y es una puerta abierta, una brecha en nuestro circuito cerrado, que nos brinda el acceso a lo eterno y trascendente, a esa otra dimensión que nos rescata de lo que un día creimos cierto de nosotros mismos.

    Así mismo ocurre con nuestros cuerpos y nuestras mentes, porque mientras experimentemos a través de ellos, podemos sentirnos atrapados y constreñidos en la forma, sin embargo, eso también puede ser reinterpretado a nuestro favor.

    Podemos comenzar a verlos como instrumentos, vehículos, como medios de comunicación a través de los cuales podemos generar modos de relación diversos que nos ofrecen la oportunidad de sanar y perdonar todo aquello que todavía nos produce rechazo y disconformidad, y a la vez, de disfrutar de todo lo bueno que existe en este peculiar escenario.

    Un escenario que en un principio nos pudo parecer el único posible, pero que sólo es uno más donde situar nuestra experiencia vital, donde seguir creciendo y desarrollando nuestro espíritu con el único fin de extender lo que somos.

    El “darse cuenta” de los procesos mentales en los que estamos inmersos: los pensamientos limitantes, el autosabotaje, el autoengaño…, comprender para qué seguimos alimentando ciertas posturas, aferrados a los parámetros ya conocidos, es el único modo posible de crear nuevas brechas por las que explorar esas otras posibilidades que nos van a aportar la claridad necesaria para regresar al Ser de Amor que todos somos.