PACÍFICA-MENTE Tu íntima intención 15 04 24

 

TU ÍNTIMA INTENCIÓN 15 de abril de 2024

    En otras temporadas hemos hablado de la sabiduría tolteca, una tribu que en América Central tuvo su apogeo entre los siglos VII y X después de Cristo. El siguiente aforismo que Atysha nos propone dice: “No hagas chistes maliciosos” y se corresponde en cierto modo, con el primero de los cinco acuerdos toltecas que ya hemos visto en Pacífica-Mente: “Sé impecable con tus palabras”, sé íntegro y coherente, utiliza el lenguaje sabiamente. Recuerda el dicho: “Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo digas”.

    La prudencia en el uso del lenguaje es una gran consejera y nos ayuda a corregir y desviar nuestros pensamientos maliciosos, nuestra inercia al juicio y a la crítica. Se trata de no hablar mal de nadie e incluye, el neutralizar toda intención “graciosa” de hacer daño, cuando en realidad eso no contiene Gracia alguna, sino una energía gravosa que no beneficia a nadie.

    El sentido del humor forma parte de la inteligencia humana y es un aspecto saludable de la misma, pero el uso del mismo para agredir u ofender disimuladamente a otra persona es totalmente indeseable y de algún modo, erosiona tu propio espíritu, lo envilece. Estamos en el territorio de la intimidad más absoluta y sólo tu sabes para qué pones en voz alta ese comentario o chascarrillo, nadie conoce tu intención real y si ésta en realidad encubre violencia, deberías evitarlo y abstenerte de dicha acción.

    La intención lo es todo y un mismo acto puede ser santo o terrible en función del propósito que esconde. Por eso “No esperes a que se dé la oportunidad”, lo que sea que quieras hacer, si quieres comenzar a Ser, a comportarte de forma que estés orgulloso de ti mismo, hazlo ya, toda la existencia es una oportunidad, ser aquí y ahora es ya una oportunidad. Crea tus circunstancias, no demores tus sueños en espera de tiempos mejores, la procrastinación es falta de amor hacia uno mismo, es un autosabotaje que sólo existe en una mente adiestrada para no atenderse, para no cuidarse, para no quererse.

    Y el capítulo 4º de este libro diseñado para entrenar nuestra mente, finaliza con una batería de recomendaciones que se podrían condensar en el ejercicio paulatino y constante de disminuir el ego a favor del crecimiento de actitudes nobles tales como: respetar el “corazón” de lo otros, no pretender despojarlos de sus razones por muy irracionales que nos puedan resultar a nuestros ojos, permitir que el acuerdo no llegue, que nuestras motivaciones no sean las mismas.

    Otra actitud sería no verter en los demás las frustración y la ira que albergamos por una situación que no hemos sabido enfrentar a través de una buena gestión de nuestras emociones, a esta forma de desahogo Osho lo llama “No traslades la carga de la vaca al toro” y si siguiéramos esta consejo seguramente nos ahorraríamos muchos sinsabores.

    Muchas de nuestras reacciones habituales son muy perniciosas, y una que es muy común es apoyar siempre al más popular, al favorito, independientemente de que en ese caso concreto lo merezca. Se trata de no limitarnos a nuestras preferencias personales y desde la imparcialidad basada en los hechos, podrás decidir de forma más justa y coherente.

    Y esta actitud es precisamente la que nos lleva a buscar en el posicionamiento una falsa seguridad. Nos aferramos a creencias y puntos de vista y quizás deberíamos comenzar a cuestionar para experimentar lo que es la verdadera libertad. Una vida sin apego a filosofía o corriente alguna, es una vida liberada de dogmas y mandamientos externos, es una vida que no se sujeta a nada, ni siquiera al pasado. Nada le informa mejor que el momento presente y único en el que se requiere toda su atención y lucidez, de forma que seas capaz de abandonarlo todo, lo negativo y lo positivo, esa dualidad que fortalece al ego y cuya trascendencia es la meta más elevada de toda espiritualidad.

    Todas estas puntualizaciones lo que persiguen es que no caigas en la trampa del ego, que seas capaz de liberarte de ese “yo” que te aleja del Amor que eres, en definitiva, que abandones las falsa identificación: no eres lo que haces, ni lo que piensas, ni el grupo al que perteneces…

Sólo cuando muere el ego, puede nacer el Ser.

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