PACÍFICA-MENTE El Cultivo de la Fe 30 09 24

 

EL CULTIVO DE LA FE                                  30 de septiembre de 2024

    El término fe ha sido terriblemente denostado, cuando alguien se postula como una persona “de fe”, enseguida lo tildamos de candido o ingenuo, lo vemos como un ser débil y necesitado que se agarra a un clavo ardiendo para no afrontar “la cruda realidad”.

    Nuestra sociedad reprueba el hecho de tener fe, parece que es mejor ocultarlo pues nos sentimos juzgados como personas sensibleras que no soportan el peso del mundo y precisamente, es justo lo contrario, porque cultivar la fe requiere de una fortaleza extraordinaria y reporta una felicidad fuera de lo común, porque tu bienestar ya no va a depender de las condiciones externas.

    En una cultura tan materialista está mal visto hablar de fe, todo hay que demostrarlo científicamente y obviamos las valiosas experiencias de personas que gracias a su fe, han sobrevivido a grandes tragedias e incluso, han aprendido lo que es la resiliencia y el perdón, y es por eso que llevan una vida gozosa, libre, abundante y feliz. Pensamos que la vida les sonríe y no nos damos cuenta en realidad son ellas las que sonríen a la vida.

    Etimológicamente, esta palabra procede de “Fides” que significa fidelidad. En la mitología romana Fides eres la diosa de la confianza, hija de Saturno y Virtus. El equivalente al griego es “Pistis”, que en su cultura era la personificación de la buena fe, la confianza y la fiabilidad. En algunos relatos aparece junto a “Elpis”, personificación de la esperanza.

    Si tenemos en cuenta sus raíces, podemos deducir que la fe es “mantenerse fiel, leal a una causa”. En el caso del proceso espiritual, nos basamos en la observación de los fenómenos naturales que nos rodean así como de las experiencias externas e internas que vivimos día a día. Estamos receptivos a la escucha de nuestra intuición, una llamada que ya no nos pasa desapercibida y así exploramos y comprobamos día a día la existencia de una dimensión metafísica en cuya conexión comenzamos a florecer, a estar en el mundo sin caer en la falsa identificación. En definitiva, somos fieles a nosotros mismos.

    No es que antes no tuviéramos fe, porque incluso quién reniega de ella, ostenta un tipo de fidelidad que consiste en tener “fe en la falta de fe”, sino que nuestra fe, tal y como hemos visto, ha estado completamente desviada hacia lo físico, enfocada en lo material. No hay nadie que camine por la tierra que no crea en algo, la cuestión es observar en donde ha depositado su fidelidad, su fe…., si fuera o dentro de sí.

Hemos involucionado hasta tal punto que necesitamos que otras personas demuestren científicamente lo que incluso, ya hemos experimentado. Nos hemos desconectado tanto de nuestra sabiduría interior que si lo que pensamos o sentimos no es refutado por una autoridad externa, le restamos valor e importancia, así es como hemos entregado nuestro poder a otras personas cuya credibilidad hemos sobrevalorado hasta el punto de ignorar la propia.

        Es tan importante lo socialmente aceptado que no nos atrevemos a vivir ni compartir las maravillosas intuiciones y revelaciones que como seres espirituales no podemos dejar de sentir. Otorgarles la importancia que merecen, afirmar su presencia, reflexionar sobre las mismas y tenerlas en cuenta, es abonar y cultivar esa parte de ti que temes, por miedo al ridículo, de exponernos al juicio ajeno, de que nos expulsen del clan….

Ahora ya no delegas la responsabilidad de tu salud en el médico o en esa vecina que te aconseja la pastilla mágica para tus males. Comienzas a atender a esas sensaciones que ignoraste y no pretendes que otros se hagan cargo de tu bienestar. Ya no estas dispuesto a gastar energía y dinero para evitar el esfuerzo de conocerte mejor. Sabes que las cosas no valen en función de su coste económico y entiendes, que lo abundante y accesible que hay en tu interior, es un tesoro al que no puedes renunciar.

En la actualidad la neurociencia y la física están demostrando fenómenos que desde la espiritualidad ya eran conocidos y aceptados, vividos. La fe o fidelidad a la sabiduría y poder interior de estas personas ha sobrevivido a siglos de confusión, dolor y conflictos y nos ha dejado un ejemplo de la fortaleza y el poder que la fe nos proporciona.

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