PACÍFICA-MENTE Convivencia 22 11 21

 

CONVIVENCIA                                                  22 de noviembre de 2021

    No vivimos en soledad, no somos seres aislados y separados. Desde el nacimiento nos vemos inmersos en relaciones diversas que son ineludibles. El crecimiento del individuo está firmemente unido a la interactuación con otros individuos y pretender escapar de ello puede ser posible, pero no aporta soluciones a la convivencia, ni ayuda al mejor conocimiento de uno mismo y del mundo que le rodea.

    Nos dice Krishnamurti “El mundo es nuestra relación con el otro”, y desde ese punto de partida debemos comenzar a replantearnos nuestro particular modo de abordar esas relaciones, si de ellas surge armonía o conflicto, si me siento a gusto o agobiado, si admiro al otro o le temo y seguramente, en la mayoría de los casos, nos tendremos que plantear qué estamos elaborando en nuestro interior, qué pensamientos nos llevan a qué acciones, que dinámicas reactivas o persistentes nos limitan y aprisionan en actitudes fijas e inamovibles desde las cuales nuestro crecimiento se ve saboteado.

    Pero, ¿deseamos en realidad llegar al origen de nuestros devaneos, de nuestra insatisfacción?, ¿albergamos la intención honesta de averiguar qué nos mueve, qué nos preocupa?, si es así, si realmente ése es nuestro deseo e intención, entonces lejos de aferrarnos a normas e ideales de comportamiento que juzgamos adecuados y benéficos, hemos de SOLTAR todo tipo de dogmas y creencias de las que a veces, ni siquiera somos conscientes.

    Una vez liberados de todos esos prejuicios, hemos de comenzar a aplicar una intensa y consciente VIGILANCIA en el presente de nuestros procesos mentales para considerar que toda esa ira, envidia, violencia…, etc., se están manifestando para que podamos compensarlas con nuestra tolerancia, comprensión y serenidad.

    También es necesario reconocer nuestros errores, por ejemplo, si siento codicia, no hay nada de malo en ello, tengo que mirarlo de frente con honestidad y valentía y comprender amorosamente, sin juicios, que detrás de esa codicia hay un programa mental que debo sanar.

    Sin juicio y sin condena, comprendemos para qué nos sentimos de ese modo y si esa actitud nos hace felices o no, entonces buscamos un camino para sanar el error y vencer las inercias que nos llevan a comportamientos excesivos que en realidad, no son necesarios en nuestra vida. Pero, si no lo miro y me conformo con aspirar a ser generoso, así no venceré mi tendencia a la codicia, que se filtrará inevitablemente en una conducta que a la larga, no me hará sentir cómodo.

    No se trata de conseguir llegar a un estado ideal, sino de deshacer el camino que me lleva al estado contrario y que me aleja de aquello que estoy intentando alcanzar.

    Ahora no escondes tus defectos, tus debilidades, sino que las enfrentas, las miras a la cara y las deshaces al COMPRENDER su origen y su dinámica es decir, las situaciones que las hacen saltar y los nuevos pensamientos a través de los cuales puedes llegar a controlarlas para un buen día, lograr su desaparición.

    La maestría de la vida comienza cuando instante a instante, comprendemos cómo funcionamos sin condenarlo, cuando observamos amorosa y cuidadosamente qué es lo que nos mueve a una actitud o un sentimiento en particular.

    Con esa comprensión y conocimiento, sin temor alguno a lo que es,    adquirimos la fórmula para liberarnos de ello y despejar nuestro ser de esas limitaciones en forma de programas mentales, que no nos permitían estar en el Amor y nos alejaban de nuestra verdadera identidad.

    Cuando Sócrates afirmó que sólo el conocimiento nos hará libres, nos se referería a la acumulación memorística de la mayor cantidad posible de información, sino a la comprensión de uno mismo y por ende, del mundo donde se manifiesta su existencia.

    La libertad requiere comprensión, la comprensión requiere creatividad, la creatividad nos proporciona recursos para mejorar nuestra convivencia no sólo con el otro, sino con uno mismo. Debemos comenzar a utilizar el don de la creación, el poder de situar nuestras relaciones en el Amor, asumiendo las circunstancias creando en ellas nuevos puntos de vista y abordaje para hallar salidas inteligentes, pacíficas, amorosas y prácticas.