SENDEROS DE LUZ (La Senda del Unicornio 1 04 20)


Este lunes 30, en el audio para Pacífica-Mente, hubo dos cuestiones fundamentales sobre las que quise hacer una reflexión: una es la culpa, la otra la importancia de las relaciones humanas. 
Durante estos días nos están llegando muchos audios, vídeos, mensajes que en definitiva, pretenden ayudarnos a sobrellevar esta situación completamente nueva para todos nosotros. La intención y de eso estoy segura, siempre es buena, pero a veces la forma en que nos llega puede crear confusión e infundirnos sensaciones erróneas. Me refiero a una supuesta carta que el virus nos envía, al escuchar el audio da la impresión de que el virus nos está regañando, nos castiga a quedarnos en casa porque hemos sido niños malos, no hemos sabido apreciar lo que teníamos y esta es la hora de pagar por ello.
Esta visión nos lleva a creer en la culpa y en el castigo y refuerza la idea de que somos unos inconscientes que no sabemos disfrutar de las pequeñas cosas, que no hemos sabido apreciar a nuestras familias, nuestros trabajos, todas las oportunidades y maravillas que nos rodean.
Ni tan malos, ni tan inconscientes, ni tan desagradecidos, en realidad como seres humanos sí que hemos sido capaces de apreciar, de valorar y de amar esas pequeñas bendiciones de nuestra vida diaria. Todos cometemos errores y en ocasiones, nos despistamos y nos prestamos atención a lo importante pero realmente, no creo que seamos merecedores de castigo alguno.
Esto no es un castigo divino, no es una llamada de atención, simplemente ES. Estamos viviendo los efectos de una Causa cuyos factores son múltiples y lejos de comenzar a buscar culpables o de empezar a sentirnos mal, lo que debemos es apelar a nuestra responsabilidad, comenzar a ser responsables de nuestros pensamientos, de nuestras emociones y por tanto, de nuestras acciones. Maldecir, criticar, arrepentirse…., todo eso no sirve para nada, lo que nuestro mundo necesita son personas dispuestas a asumir su responsabilidad y a aportar sus dones para contribuir dentro de nuestras posibilidades, a la mejora de nuestras circunstancias. Lo que se precisa en los momentos críticos es gente capaz de construir, de levantar, de sostener, de trabajar. Dejemos de lamentarnos o de sentirnos mal, comencemos a mirar para dentro, buscar en nuestro interior qué es lo que podemos hacer para remediar cualquier evento o suceso negativo que podamos estar viviendo. Una sonrisa, una palabra de ánimo, un pensamiento de aliento…, en tiempos de incertidumbre, de emergencia, de crisis, son verdaderos tesoros que debemos compartir.
Esto me lleva al tema de la relación, os voy a leer unas palabras de Miguel de Unamuno que dicen así: “No hay más diálogo verdadero que el diálogo que entablas contigo mismo, y este diálogo sólo puedes entablarlo estando a solas. En la soledad, y sólo en la soledad, puedes conocerte a ti mismo como prójimo; y mientras no te conozcas a ti mismo como a prójimo, no podrás llegar a ver en tus prójimos otros yos. Si quieres aprender a amar a los otros, recógete en ti mismo.” 
Unamuno nos anima a recogernos para así conocer mejor a los otros y poder relacionarnos mejor. Y es que es en ese compartir, en esa relación, es donde el Amor que somos se puede expresar y extender. El Amor comienza en nuestro interior pero hay que activarlo, hay que ponerlo en práctica, hay que vivirlo, es a través del otro que puedo conocerme mejor, es a través de la relación con mis congéneres que me permito desarrollar todo eso que llevo dentro y que está esperando pacientemente a ser revelado, a ser puesto en marcha: ser más comprensivo, menos crítico, más amable, paciente, generoso, agradecido, esos simples gestos que cuando son utilizados para relacionarme con los demás, aumentan el nivel de energía amorosa que tiene el poder de transformar un mundo hostil en un mundo nuevo, hospitalario y acogedor.  

Me despido con un poema que escribí el 22 de marzo, que nos habla de soltar los juicios, las preocupaciones, también los apegos. Un recuerdo para mi compañera Dana, mi fiel perrita que nos dejó este lunes y a la que agradezco todo lo bueno que compartió con nosotros. Hasta pronto.

Dejarte ir,
Dejar que te evapores,
Quedarme tan sólo con el sentir
Con la experiencia
Que no se inquieta, ni se enoja,
Que sólo goza
De su fluir.
Quedarme tan sólo a solas
En los brazos del sosiego
En el que venzo los temores,
Esos errores
A corregir.

Dejarte ir,
Dejar que se esfumen
Los viejos patrones que un día creí
Entregarme a tu sapiencia
Esa que me revela y despoja
De esas ropas
Que nunca fui.
Quedarme lo poco que apoca
Las ganas de un trasiego
De un ego que inventa temores,
Ilusiones
A corregir…., para dejarte ir.

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