SENDEROS DE LUZ (La Senda del Unicornio 22 04 20)


SENDEROS DE LUZ

El lunes día 20, el audio destinado a Pacífica-Mente, abordó un tema que es de vital importancia en estos momentos donde restricción y limitación es nuestro pan de cada día. Es innegable que nuestra libertad de movimiento y actuación ha disminuido considerablemente y que aquellas cotidianas decisiones que tomábamos hace apenas unos meses como era el irnos de vacaciones, salir a tomar algo, visitar a familiares o amigos, ahora son impensables.

En los medios, prensa, televisión, en las canciones que nuestros artistas están creando en estos momentos, vemos que esa sensación de aprisionamiento y cautiverio impregna el sentir general. Cuando el ser humano se ve sometido a situaciones ingratas, adversas, no deseadas, es en realidad cuando se ponen a prueba sus fortalezas y sobre todo su creatividad.

Aristóteles dijo “El que ha superado sus miedos será verdaderamente libre” y no hay nada mejor para superar el miedo que enfrentarse a él. Vivir una situación incómoda, donde el peligro y la incertidumbre amenazan nuestra forma de vida, es un revulsivo del que ninguno podemos evadirnos.

Quizás es el momento de poner las cartas sobre la mesa, de mirar cara a cara a nuestros miedos, esos que nos impiden aceptar los acontecimientos tal y como llegan, esos que nos atan a lo conocido y nos alertan ante el mínimo cambio que pueda producirse, quizás sea el momento de abrir nuestra mente y nuestro corazón a lo nuevo, a lo desconocido y aprender a renunciar a lo establecido con una mirada confiada, alejando el temor y la frustración.

La verdadera libertad no es condicionada, no depende de lo externo. Deberíamos empezar a cuestionar esa libertad que sólo depende de si tengo dinero para hacer ese viaje soñado, o de si ha nevado para poder ir a esquiar, o de si me baja el colesterol para poder comerme un asado.., deberíamos repensar qué es la verdadera libertad,  si en realidad consiste en liberarte de tus miedos y traumas, en relacionarte con el mundo sin máscaras, dando lo mejor de ti, sin temor al ridículo o a no ser aceptado tal y como eres en realidad. No hay mayor libertad que la de expresarse tal y como uno siente, la de elegir lo que pienso, lo que siento, lo que hago, escuchando mi latido, mi voz interior, mi única y preciosa motivación.

Qué mayor tesoro que ser quién eres, ahora en nuestras casas, nos liberamos del que dirán, del qué pensarán, de si mi aspecto es aceptable o no, de los rígidos horarios y de las imposiciones sociales……. Tal vez sea necesario una fuerte limitación en el plano física para que tomemos conciencia de la gran libertad que albergamos en nuestro interior.

Cada vez que me atrevo a manifestar un deseo positivo ante una circunstancia adversa, siempre hay alguien que me recrimina por ingenua e idealista. Esas personas no comprenden que el pensamiento es libre, que cada uno escoge cómo pensar, como mirar al otro, si prefiero actuar a reaccionar, si prefiero dar amor a ofrecer ataque, si mi interpretación procede del Amor o del miedo, no comprenden que la verdadera libertad reside en cada ser y que en nuestra libertad podemos pensar, sentir y desear todo lo que buenamente decidamos y que no hay límites para ello, que en el centro de mi ser no existen barreras, ni prohibiciones…, nada ni nadie puede imponer sus ideas.          
Dijo Unamuno: "Venceréis pero no convenceréis", por la fuerza quizás se pueda obligar, violentar, forzar, encarcelar, asesinar…., pero no hay fuerza en este mundo que pueda doblegar la libertad de pensamiento, la libertad de un corazón que decide amar por encima de cualquier percepción de enfermedad, odio, muerte o conflicto.

La vida del espíritu es inabarcable e ingobernable, nada ni nadie podría doblegarlo, en eso consiste la verdad que está más allá de este mundo, puede que esa sea la verdad que nos hará libres.

Deseo que a pesar de las circunstancias os podáis sentir libres, en la confianza de que vuestro corazón nunca podría ser apresado. Me despido con este poema de Sophí Kara.

23 de marzo

Dicen que estamos confinados,
y para mí, que llevamos recluidos,
toda nuestra vida.

Nos movemos en una armadura
en un espacio limitado
que no nos representa,
ni nos identifica.
Creemos que somos un cuerpo
a la muerte, avocado,
a una lucha incruenta
que llamamos vida.

Anhelo trascender su cerradura,
los férreos barrotes
de esta frágil envoltura
que me impide expresar
la ligereza y liviandad
que siento ante esta locura.
Y es que me niego
a sentirme cautiva
presa o deprimida.
Nada podría atrapar
mi espíritu indomable,
que tan sólo suspira
que tan sólo anhela
volar a su guarida,
a ese Hogar amado
que con paciencia
infinita, nos espera
para ofrecernos
su inagotable ternura.


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