SENDEROS DE LUZ (La Senda del Unicornio 29 04 20)
SENDEROS DE LUZ
En el audio de Pacífica-mente de este
lunes 27 de abril quise incidir en una idea que tratamos la semana pasada
cuando leímos un fragmento del libro de Mathew Recard “En defensa de la
felicidad”. El escritor afirma que la libertad es ser dueño de uno mismo. Pero
qué quiere decir eso en realidad y cómo podemos conseguirlo.
Ser
dueño de uno mismo inevitablemente pasa por la idea de conocerse a uno mismo,
saber qué motivaciones nos alientan y qué temores nos perturban, no para
controlarnos o autocensurarnos sino simplemente, para aprender a superar
nuestras limitaciones, a pasar por alto aquello que más nos conmueve tanto para
bien como para mal. Aprender a actuar de forma autónoma, que nuestro hacer no se
vea condicionado por la opinión o la manifestación de otros, que abandonemos el
hábito de reaccionar y comencemos a actuar por nosotros mismos, sin que esa
actuación dependa de lo que el otro piensa o dice, de si me insulta o me
halaga, de si me grita, me impone o me suplica…, una acción independiente que
nazca de tu verdadero sentir, del profundo impulso que espontáneo nace en ti
ante los acontecimientos que te ofrece la vida, sin etiquetarlos.
Para
lograr este dominio de uno mismo hay dos palabras que me surgieron
intuitivamente. Una es el silencio y la otra es la simplicidad.
El
silencio interior que nos proporciona la meditación, esa quietud de mente y
cuerpo que nos invita a la observación sin juicio, es una herramienta
fundamental para abordar ese conocimiento de uno mismo que tanto nos beneficia
en la búsqueda de la maestría de vida. Se trata de una destreza que una vez
adquirida, nos ayuda a afrontar nuestras experiencias sean cuales sean estas,
desde la serenidad, la ecuanimidad y la más absoluta libertad.
Meditar
es algo mucho más sencillo y natural de lo que nos han hecho creer. En realidad
consiste en aquietar nuestros pensamientos a través de una observación neutra
que permita su disolución. Cómo bien apunta Pablo D´ors lo difícil no es
meditar, sino tener la voluntad y la disposición para hacerlo.
Una
vez involucrados en el uso de esta herramienta, vemos cómo la simplicidad
aparece de forma espontánea en nuestra vida. La sencillez es la respuesta a
nuestros grandes dilemas y vemos que ser sencillo en un mundo de conflicto y
movimiento resulta a veces complicado. Nuestra tarea pasa por limpiar y
deshacer, por retirar todos esos obstáculos que se interponen entre lo que
sentimos y pensamos, entre lo que pensamos y hacemos, para recuperar una
coherencia que es vital para sentirnos plenos y felices.
D´ors,
al respecto afirma: “Gracias a mis sentadas de meditación he descubierto que
todo sin excepción puede ser una aventura. Escribir una novela, cultivar una
amistad, hacer un viaje… es una aventura. Pero es que también dar un paseo
puede ser una aventura, y leer un cuento o prepararte la cena. En realidad,
cualquier jornada, aun la más gris, es para quien sepa vivirla una aventura
inconmensurable. Hacer la cama, lavar los platos, ir a la compra, sacar el
perro…. La meditación que practico
apunta al carácter aventurero – que es tanto como decir insólito o
milagroso - de lo ordinario."
Aprender
a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida, de las oportunidades que cada
amanecer nos ofrece, independientemente de si el día es lluvioso o soleado, de
si hace frío o calor, de si tengo que ir a trabajar o por el contrario, estoy
obligado a quedarme en casa…. Este aprendizaje pasa por cultivar un espíritu
agradecido, como nos dice Isabel López Gallego, ya somos agradecidos, solo
tenemos que recordarlo, sólo tenemos que activar una actitud de reverencia
hacia todos los dones que nos rodean por muy cotidianos que estos sean, no
deberíamos dar por hecho el agua corriente, la calefacción, la comida en la
nevera, la ternura de nuestros hijos pequeños, la promesa de una taza de café
al levantarnos, la suavidad del pelaje de nuestro gato…, tantas cosas que
admirar y elevar, que bendecir.
Cada
vez que envío un pensamiento amoroso, de gratitud, de bendición, de alabanza,
estoy cultivando mañanas de aceptación, dicha y bienestar. No malgastemos
nuestro tiempo con aquello que está fuera de nuestro alcance, trabajemos donde
tenemos la oportunidad y la ocasión, tal vez no haremos grandes cosas pero como
dijo Teresa de Calcuta, podemos hacer cosas sencillas con gran Amor, y eso es
lo que verdaderamente nos hará grandes.
Ser
dueño de uno mismo tal vez sea, simplemente, aceptarme como soy y abrigar la
certeza de que todo está bien, de que cuando ofrezco lo más bueno, bello y puro
de mí, eso es lo que recibiré. Animémonos a ello.
Gracias, gracias, gracias.
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