SENDEROS DE LUZ (La Senda del Unicornio 27 05 20)
SENDEROS DE LUZ
En base a la historia que nos ha leído Pili Navero en la portada de hoy, sobre un mendigo que es capaz de desprenderse de una joya de gran valor, Anthony de Mello hace la siguiente reflexión:
El mundo está lleno de sufrimiento; la raíz del
sufrimiento es el apego; la supresión del sufrimiento es el abandono del apego,
la comprensión de que el apego es la creencia falsa en que alguna cosa o
persona puede hacernos felices. La verdadera felicidad no es causada por nada.
La Verdadera felicidad es "incausada".
Vemos cómo De Mello llega a la misma conclusión que los budistas, y en
su libro “Redescubrir la vida” nos anima a integrar esta idea en nuestra vida.
Pero esta integración pasa por hacer una indagación profunda y minuciosa
que nos lleva a revisar nuestros pensamientos y creencias más arraigados.
Mientras sigamos valorando ciertas cosas, no podremos beneficiarnos de esa
actitud de desapego tan necesaria que nos permita alejar el sufrimiento de
nuestra mente.
Trascender nuestros límites mentales, esos que nos producen dolor y
desasosiego, pasa por revisar nuestros valores, por aprender a cuestionar
aquello a lo que prestamos atención, aquello en lo que gastamos nuestra energía
y pasión, tenemos que aprender a discernir, saber si eso en lo que nos estamos
enfocando, si esas metas a las que aspiramos, merecen realmente la pena o por
el contrario, nos alejan cada vez más de nuestra humanidad, de nuestra paz y
felicidad.
La semana pasada, un amigo me habló de
la historia de Sixto Rodríguez, también conocido como Sugar man. Sobre su vida
se ha realizado un documental que por cierto, fue premiado con un Oscar y que
desde aquí os recomiendo ver. Rodríguez es un humilde obrero de Detroit que
editó un par de discos musicales en los años 70. Su obra pasó completamente
desapercibida y tras más de 30 años en completo anonimato, resulta que sus
discos fueron un éxito en Sudáfrica.
Otras personas se lucraron vendiendo su música y allí Rodríguez es una
leyenda que nadie conoce, hasta que uno de sus admiradores descubrió que sigue
vivo y en Detroit, lo van a buscar y le invitan a celebrar una serie de
conciertos para sus miles de fans.
La historia es sorprendente, pero lo que más me sorprende es la reacción
de Rodríguez. De una forma extraordinariamente natural, el asimila lo que está
ocurriendo, se deja llevar, disfruta, realiza los conciertos, se deja querer
por su público y luego regresa a su hogar, a su vida cotidiana y sigue como si
nada.
En ningún momento vemos a Rodríguez lamentarse de todos esos años
ignorando su fama y sin recibir ningún tipo de beneficio económico. Desde que
fue descubierto, Rodríguez ha dado más de 40 conciertos, donando sus ingresos a
familiares y amigos.
Vemos que no sólo no se ha apegado a lo material, sino que tampoco se ha
envanecido por ese éxito inesperado, llegado con tantos años de retraso. El
sigue con su vida, haciendo lo que le gusta y disfrutando de su día a día,
valorando por encima de todo la sencillez de su vida.
Una de sus hijas comenta: mi padre es muy rico, no en el sentido
material de la palabra. Nos habla de esa riqueza que invisible, otorga un valor
incalculable a nuestras vidas. La paz, el bienestar y la felicidad no se pueden
comprar, se descubren en el contacto con uno mismo, en un estado de ser que no
requiere del aplauso ajeno, ni del alcance de bienes materiales, ni de que
impongamos nuestra voluntad al mundo…
El desapego es una actitud de compromiso con la paz y el Amor, es la capacidad
de ser agradecido ante la adversidad y de ser confiado ante la incertidumbre,
el desapego es cultivar la certeza de que en un mundo temporal y cambiante no
podemos aferrarnos a nada ni a nadie y que sin embargo, si podemos tener la
completa seguridad de que todo es perfecto y para bien.
El desapego en definitiva, es el resultado de un cambio de creencias que
nos va a permitir distinguir la realidad de la ilusión, recordando aquello que
ese gran maestro llamado Jesucristo nos dio: recordad que estáis en el mundo,
pero no sois del mundo. Recordemos nuestra verdadera identidad y no habrá nada
que nos pueda arrebatar la alegría de Ser quienes somos.
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