IGNOTA - Encuentro
ENCUENTRO
En
ti hallo descanso
refugio
de mis desvelos.
En
tu regazo
habita
el reposo
donde
re-creo los ecos
que
me persiguen
sin
descanso.
Tu
ausencia me trae el caos
incompletud
de mis anhelos.
Cuando
te alcanzo
siempre
me faltas,
me
siento en los recovecos
del
olvido y te siento.
Dejo
fluir tus encantos,
es
tu ritmo un balanceo
al
que me abrazo.
Si
no te hallara
te
buscaría sin remedio,
enamorada.
Quiero enfrentarme a la desnuda
certeza
de que existes.
Obviar las absurdas quimeras,
los artificios y apariencias
ahítos de confusión.
Quiero entregarme al profundo
misterio
donde habites,
a ese desconocido que puebla
todos los segundos de esta vida
extraña.
Quiero desprenderme del sutil velo
que ceñiste
un día aciago sobre mis ojos,
para quizás, protegerme
o encarcelarme.
Quisiera no querer nada y olvidarme
de que abriste
sin querer o queriendo, esa puerta
que me trajo al mundo para tan sólo,
buscarte.
Necesito
tiempo, mucho,
no
me colma ni un segundo,
y
todos me hacen falta, mucho…,
para
empezar a vivir, otra vez.
Recuperar
mis pasos
y
la tierra que han de pisar,
aprender
a sostenerme
sin
temor a caer, de nuevo.
Nada
preciso más que tiempo
y
a veces pienso que
ni
todo será suficiente…
para
aprender a vivir, por fin.
Y
necesito espacio, mucho,
traspasar
todos mis muros
cual
enajenado espíritu.
Poder
avanzar y no ver
más
que mis pasos
y
el Cielo al que han de llegar.
Olvidar
qué me retiene
sin
miedo a ser quién quiero,
fuera
del espacio y del tiempo.
Y
a veces creo que
nada
será suficiente
en
este mundo, para mí.
Tu
respiración
me
habla de otros mundos.
Lugares
donde las olas
acunan
sueños imposibles,
y
los segundos son siglos
de
felicidad.
Tu
aliento
me
suspira nuevos rumbos.
Parajes
donde las nubes
mecen
sonrisas invisibles
entre
surcos y caminos
de
libertad.
Tu
existencia
me
inspira senderos profundos.
Hogares
donde las hojas
se
sostienen invencibles,
perennemente
al abrigo
de
la verdad.
Soy
una hoja,
pero
no de esas que se caen de los árboles,
sino
de aquéllas que vuelan por el aire,
sostenidas
por una fuerza invisible
que
en susurros la balancea de forma ascendente.
Soy
una hoja,
pero
no de esas que sólo tienen surcos en sus palmas,
ilegibles
para la mayoría, no,
yo
soy de esas en las que el tiempo va escribiendo palabras
palabras
viajeras, palabras cambiantes, palabras que sueñan
con
ser comprendidas, abarcadas, amadas….
Dejo
en cada uno de mis mensajes todo mi ser,
dejándolo
caer reposadamente sobre la conciencia de quién lo lee,
para
que no se olvide de quién es, de quién es todavía.
Me
imagino eternamente
revoloteando
revoltosamente,
me
imagino jugando por siempre en un universo creado y creador,
que
no nace ni muere, que sólo es.
Solo
soy, solo existo, no soy yo,
es
una corriente que fluye,
una
energía que evoluciona empujada, habitada, poseída
por
un espíritu que la sostiene, la alimenta, la mantiene….
Una
hoja, sólo eso.
El
aliento se estremece
en
un segundo.
La
respiración contiene
en
la fugacidad de un suspiro,
la
inmensidad del universo.
En
silencio me suceden
los
misterios
que
el corazón retiene.
Ante
la soledad inspiro
una
necesidad en verso.
La
nada me envuelve
en
un latido.
Un
diapasón que mece
una
verdad que intuyo
que
en realidad, es sueño.
Sólo somos el eco
de una voz inmutable y arcana.
Reiteramos en cada ciclo,
sus principios, sus finales…..
Albergamos fe en la originalidad
de nuestra creación,
más nos desgastamos
en el carboncillo del calco,
sucumbiendo al reclamo
de un dictado ancestral
que rige y nos rige,
que nos aúpa como a niños
empinados en la tapia de un muro
cuya dimensión
pertenece a otros mundos,
a otras galaxias.
Sólo somos una reverberación
y rebotamos contra
nosotros mismos,
una y otra y otra vez…..
Hallamos idénticas razones
para vivir, tal vez morir,
reclamando un sentido
a tanto giro inesperado,
a ese azar que llaman destino
quizás, sentencia.
Y entre suspiros de eternidad
nos consumimos,
firmemente ligados
a esta erosión
que anticipa y anuncia
otras galaxias.
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